Un documental producido por Discovery Max revela las relaciones de poder en la selva venezolana en torno a una reciente “fiebre del oro” ilegal. Grupos armados, llamados a sí mismos “sindicatos”, son los encargados de imponer el orden en zonas donde el Gobierno ya no tiene presencia desde hace varios años.

Según la investigación dirigida por David Beriain, la selva venezolana es hasta 200 veces más rica en oro que la peruana.  Por ejemplo, en Venezuela se puede obtener hasta 6 gr. de oro por tonelada de tierra, mientras que en Perú solo 0,35 gr. por tonelada. Esto, sumado a la poca presencia del Estado, habría generado la devastación de la Amazonía venezolana.

Para los documentalistas de Amazonas clandestino, el yacimiento de oro “Las claritas” es el más importante de América Latina. Es en esta zona donde operan los “sindicatos”, grupos armados quienes afirman haber ocupado el vacío del Estado en territorio minero. Estos “sindicalistas” cobran el 20% de la jornada diaria a cada minero a cambio de procurar su seguridad. Reprimen con la fuerza a los ladrones tan pronto los atrapan.

La mayoría de hombres armados frisa los veinte años porque los mayores se asesinaron entre sí en los constantes conflictos por controlar nuevos territorios. Según ellos, cumplen funciones de protección: es gracias a ellos que los mineros no se matan por su metal precioso.

CORRUPCIÓN POLICIAL

La producción de Beriain asegura que la policía y militares, en lugar de combatir el oro ilegal, lo roban. Es lo mismo que argumentan los mineros ilegales y los “sindicalistas”: el oro que el Gobierno confisca lo revende a terceros. Ellos se organizaron en grupos armados en respuesta a la violencia estatal.

Según otras fuentes del documental, las bandas de sindicatos son manejadas por altos funcionarios del Gobierno. El armamento de estas bandas, que muchas veces es más sofisticado que el de las fuerzas del orden, vendría de las fuerzas armadas. Esto porque unas veinte toneladas de oro servirían para financiar tráfico de armas y drogas.

No obstante el desabastecimiento de productos básicos que vive Venezuela, las localidades donde prolifera la minería ilegal no pasan mayores apuros en cuanto víveres de primera necesidad. Este falso estado de bienestar contrasta gravemente con la devastación minera que empieza a afectar el Parque Nacional Canaima, justo al costado de zonas de explotación aurea.